Gracias a haberme desplazado a Harbin, tengo la "suerte" de poder transportarme en vuelos nacionales bastante a menudo, ya que sigo manteniendo mi habitación en Shanghai y de vez en cuando me gusta volver por la capital económica del país, para disfrutar de su increíble limpieza, vida nocturna, restaurantes y otras maravillas de las que en Harbin me veo privado.
He tenido bastante suerte y he encontrado vuelos que me permiten salir de Harbin a final del viernes y regresar desde Shanghai a final del domingo, con lo que puedo aprovechar el fin de semana bastante bien, aunque pagando el precio de tener que viajar con una de las compañías más baratas, y por qué no decirlo, cutres de de toda China, SpringAirlines.
No por barata significa que vuelen en turbohélices, sino que es el equivalente a Ryanair, dentro del "Reino Celestial". Ventajas, los aviones son todos prácticamente nuevos y desventajas…
Pues eso… Todas las propias de volar con una low-cost como la falta de espacio entre asientos, que no den comida ni refrigerios durante los vuelos, más alguna más como que se pasen durante las casi 3 horas del vuelo intentando venderte por la megafonía del avión una cantidad de artículos más propias de El Corte Inglés que de una aerolínea, por lo que es prácticamente imposible echarse la más mínima siesta o llegar a tierra sin dolor de cabeza.
Aunque bueno, lo de que no den de comer, casi que me da igual, porque las pocas veces que he tenido la posibilidad de volar en otras compañías tampoco es que la comida haya sido espectacular.
Aquí podéis ver un plato de noodles y ¿pollo? recalentado, un vaso de agua purificada, un bollo industrial de pan, algo que parece ser lonchas de manzana deshidratada una bolsa con una especie de fideos gelatinosos que jamás me he atrevido a probar y una piezas de fruta, que después del agua purificada es casi lo más comestible que hay.
Además, el volar prácticamente 1 vez al mes y enlatarme durante casi 3 horas con mis compatriotas me ha permitido inmiscuirme un poco más en la idiosincrasia propia de este país. Lo primero que te podría llamar la atención es la tradicional costumbre que tienen los chinos de intentar ser los primeros en todo y que casi siempre los lleva a no respetar colas o colarse sin el más mínimo signo de vergüenza, algo que ya había experimentado en Shanghai en el metro, pero que aquí y debido a que no es el primer avión que cojo en mi vida, he vuelto a redescubrir.
Nada más llegar al aeropuerto lo lógico es ir a la pantalla de información para ver en que ventana tienes que hacer el check-in, ver a qué hora abre y luego irte a matar el tiempo hasta esa hora. Pero esto es lo lógico para mi, para ellos los normal es correr a la ventanilla y ponerse a hacer cola de pie hasta que ella abra.
Esta cola que podéis ver aquí es la que corresponde a la ventanilla donde yo tenía que hacer el check-in nada más y nada menos que 25 minutos antes de que esta abriera. Si no estaba ya casi todo el avión esperando, no había nadie.
Una vez hecho el check-in y conseguido tu billete te vas a pasar el control de seguridad. Hasta aquí poca diferencia con respecto a Europa. Nada de llaves, teléfonos o monedas en los bolsillos, el ordenador fuera de la maleta… aunque aquí no te obligan a sacarte el cinturón. Ahora bien, da igual que seas hombre o mujer, a la hora del cacheo te cacheará el policía, hombre o mujer, que esté de turno en ese momento. Yo hasta ahora parece que he tenido suerte y casi siempre me tengo que dejar meter mano por una agradable agente de la ley y el orden.
Una vez llegada la puerta de embarque, la diferencia con respecto a cualquier estación de tren en la que se arremolinan campesinos, estudiantes y demás gente de economía limitada, es más bien poca. Los aeropuertos en China no tienen glamour, pero lo que tampoco cambia es el ansia por entrar en el avión los primeros, no vaya a ser que el avión vaya a marcharse sin ellos, o que se queden sin asiento por tardones.
Aquí podéis ver como a pesar de que la salida del vuelo está retrasada una hora con respecto a lo anunciado, mis queridos vecinos hacen cola de pie durante más de 40 minutos…
… hasta que la puerta de embarque se abre para dejarnos subir al avión y vuelven las carreras y las aglomeraciones de gente.
Una vez dentro del avión, y tras las correspondientes explicaciones de cómo utilizar el chaleco salvavidas en un avión cuya ruta no transcurre sobre el mar (nunca entenderé esto) en un perfecto chino y en un inglés macarrónico (que si lo hacen por mí, pueden evitárselo, ya que soy el único extranjero y con la cantidad de veces que he volado yo mismo podría ejercer de azafato en los Airbus A320) me esperan 3 horas de vuelo en el que con suerte mi acompañante se habrá duchado hace un par de días y no me apestará a quesos...
… o con su agradable olor corporal mientras viaja durmiendo con la cabeza apoyada en el respaldo de delante, una de las ventajas de tener poco espacio entre filas.
La verdad es que si te empiezas a fijar en los viajeros, podrás incluso descubrir que a algunos viajeros no solo les llega con llevarse la maleta de mano a bordo, sino que hasta las plantas se traen durante el viaje.
Pero lo mejor está aún por llegar… Cuando quedan ya los 20 minutos en los que el avión empieza a descender, los machacones mensajes de apague todos sus dispositivos electrónicos y abróchese el cinturón de seguridad empiezan a sonar machaconamente por la megafonía del avión al mismo tiempo que las azafatas recorren el pasillo de arriba abajo revisando uno por uno a todos los asientos al mismo tiempo que les repiten prácticamente a todos los pasajeros que deben ponerse el cinturón de seguridad y plegar las mesas o que dejen de rascarse la cabeza con objetos extraños (lo siento, la foto no es muy clara… )
Entiendo que en un país en el que el cinturón de seguridad es un adorno en los coches y que el simple hecho de hacer como que te lo pones hará que te mire todo el mundo mal, especialmente el conductor, por no confiar en sus habilidades, este proceso pueda parecer excesivo, incomprensible e incluso causar un trauma a más de uno, pero de ahí a que nada más tocar tierra y cuando digo tocar tierra es que las 3 ruedas han hecho contacto con el asfalto durante más de un segundo seguido se empiecen a escuchar todos los "clacks" de la gente desabrochándose el cinturón me parece que hay un buen trecho.
Y esto que acabo de contar no es una exageración. Es tal cual, literal, es un simple instante… pero eso no es lo peor… lo peor es que aun en plena deceleración a los chinos les vuelve a entrar la prisa por ser los primeros y empiezan a levantarse de los asientos para intentar abrir los compartimentos de cabina para recoger sus equipajes mientras las pobres azafatas se desgañitan desde las esquinas de los pasillos indicando a todo el mundo que permanezcan sentados al menos hasta que el avión haya frenado completamente.
Por supuesto, esperar que no se levanten o que no enciendan los teléfonos móviles mientras el avión busca la zona de estacionamiento y se espera, que en aeropuertos como el de Shanghai puede ser tranquilamente 5 minutos de transito es una utopía.
Una vez el avión está estacionado, lo normal es tener que esperar unos 5-10 minutos hasta que las puertas del avión se abren y aquí otra vez más… prisas para todo. Todo el mundo intentando ponerse de pie en el pasillo del avión, con sus maletas en la mano y listos para salir pitando por la puerta del avión tan pronto como esta deje entrar el aire fresco por ella.
Después de unos cuantos viajes locales ya empiezo a acostumbrarme, como dice uno de mis compañeros de trabajo, ya me estoy asilvestrando y dentro de poco empezaré a actuar como ellos… Sinceramente espero que esto nunca me ocurra.