A pesar de haber llegado un poco tarde la noche anterior, el 3º día de viaje nos levantamos a las 9 de la mañana. No habíamos venido para pasarnos las mañanas durmiendo hasta las mil.
Nos fuimos a la recepción del hotel y mientras nos tomábamos un desayuno a base de zumos naturales, piña, coco, etc... negociamos el alquiler de unas motos para pasar el día a nuestro aire.
Hoy tuvimos más suerte que la noche anterior y las tiendas que estaban abiertas ya habían recibido algunas motos, por lo no tuvimos mayores problemas. El dueño de la tienda vino a recogernos con 2 motillos de 125cc y nos fuimos con él a recoger nuestras motos al estilo camboyanos... Es decir, por lo menos 3 personas en cada moto.
A pesar de ser un país casi sin ley, y que nadie usa casco cuando va en moto, en la tienda nos recomendaron, que para mantener la salud de nuestro bolsillo, lleváramos el casco puesto y que usásemos los intermitentes en los cruces, para no dar excusas a la policía para que nos multasen.
Precio final 5 USD por cabeza por alquilarlas durante todo el día. Si no hubiese sido el año nuevo chino, seguramente las podríamos haber conseguido por 3 o 4 USD, pero al estar casi todas las tiendas cerradas, al final tuvimos que aceptar ir a la tienda de alquiler que “conocían” los del hotel.
A pesar de las pocas horas de sueño y la resaca que evidentemente nos acompañaba, después de la juerga del día anterior, nos fuimos directos a visitar el mercado central de Phnom Penh,
Donde te puedes encontrar todo tipo de delicatessen, empezando por unos saltamontes en hielo
Unos cuantos gusanos al peso
O unas siempre deliciosas cabezas de pescado recién cortadas
Pero bueno... No todo iban a ser estas maravillas tropicales, que nuestra vista, olfato y estómago estaban degustando. También había cosas mas mundanas, como frutas, embutidos, pescadito fresco en palanganas, legumbres y hasta unas langostas y cangrejos de río que no tenían mala pinta.
Aunque el plato fuerte nos esperaba justo cuando ya estábamos saliendo del mercado para volver a respirar un poco de aire fresco... Nada más y nada menos que todo un cochinillo!
No solo en el mercado puedes encontrar sitios donde comprar. Alrededor de la plaza se encuentran cientos de puestecillos callejeros en los que puedes encontrar prácticamente de todo. Desde uno cocos,
Hasta una tienda de zapatos fashion. Y atención no perdáis el detalle de las zapatillas de león peludo que lleva una de las clientas!!! Espero que por lo menos sean cómodas, porque con el calor que hacía no me puedo imaginar como se le ocurre llevar semejante cosa en los pies... A mi se me quedarían abrasados, por no hablar de los sudores y olores entre los dedos
Una vez recuperado el color de la cara y con el estómago más asentado tras 15 minutos fuera del mercado, decidimos volver a por las motos y sumergirnos entre el tráfico para pasar una par de horas al estilo camboyano, mientras visitábamos los mejores sitios de la ciudad...
Si algo bueno tiene Phnom Penh es que no hay mucho tráfico de coches, aunque hay que tener cuidado con las miles de motos que circulan a tu alrededor y por supuesto con los elefantes.
A lo tonto fue pasando la mañana y el hambre empezaba a apretar, así que nos volvimos a la zona del río, donde casi todos los restaurantes a tomarnos unos buenos platos de pasta que nos diesen energía para el resto del día. Fuimos a dar con un restaurante en el que además de comida y las típicas copas, tenías la opción de tomar intoxicantes directamente.
Por lo menos aquí son legales y ya sabes que te van a poner garrafón... Esta vez declinamos la oferta y después la comida y los correspondientes cafeses... De vuelta a la carretera... Aunque esta vez nos alejamos de los típicos sitios y decidimos meternos por los arrabales a descubrir lo que no sale en las guías de viaje.
Y aquí es donde realmente te puedes empezar a dar cuenta de lo pobre que es este país. Las casa son prácticamente chabolas y el asfalto realmente llega a brillar por su ausencia, al igual que la limpieza. Todo son fuertes olores y suciedad.
Después de recorrer unas cuantos caminos, empezaron a saltar las luces de la reserva de gasolina, por lo que nos acercamos a una pequeña gasolinera, en la que los surtidores eran unos bidones con unas bombas de extracción manual.
Es cierto que no todas las gasolineras son así, pero no nos olvidemos que estamos hablando de la capital del país.
Después de llenar los depósitos con 2 $, y que el buen hombre de la gasolinera nos presentase a su hija y se empeñase en decirnos que era muy buen partido, que era muy mona y que hablaba muy buen inglés… seguimos nuestra visita turística, pero esta vez con destino definido. Nos fuimos a la antigua prisión 21-S, en donde el ejército de los Khemeres Rojos cometieron cientos de miles de atrocidades durante los 4 años que estuvieron en el gobierno de Camboya.
Aquí podemos ver el patio principal con los barracones A (al fondo) y B (a la derecha), en donde todos los opositores al régimen eran encarcelados y torturados hasta la muerte o mientras esperaban a ser traslados a los campos de exterminio.
Aquí tenéis otra de las vistas del patio principal
Las cajas blancas que veis a la derecha son las tumbas de las últimas 14 personas que se asesinaron en la cárcel antes de que los Khemeres Rojos abandonases la ciudad y que encontraron muertas cuando las tropas vietnamitas entraron en 1979 la capital, derrocando así al Partido Comunista liderado por Pol Pot y fundando la República Popular de Kampuchea.
Estar en este centro de tortura-prisión sinceramente te deja helado. Cuando ves las habitaciones en las que se cometían las torturas, las fotografías de mucha de la gente asesinada, las listas en las paredes, imágenes de las fosas comunes…
Solo como reseña histórica, comentar que prácticamente un 25% de la población de Camboya fue asesinada durante los 4 años que duró el experimento social ultra-izquierdista de Pol Pot, en donde toda la población fue llevada al campo para obligarla a cultivar, donde cualquier persona que hablase otra lengua que no fuese la oficial (como el francés, por ejemplo) o utilizase gafas, se consideraba que estaba en contra del gobierno, por ser gente instruida y con cultura, donde los oficios como médicos o enfermeros eran repartidos casi por sorteo, donde se separaba a hombres y mujeres y se les “casaba” casi por sorteo con el único fin de procrear entre otras muchas atrocidades…
Y dicho esto, después del bajón moral que nos supuso pasar casi dos horas y media en la cárcel-museo reemprendimos nuestro viaje en moto hacia el hotel, ya que se nos hacía tarde porque teníamos planeado llegar a Siem Riep esa misma noche y nos quedaban 315 Km de carretera nacional Camboyana.
En el hotel empezamos a ver los precios de los coches y los buses hasta Siem Reap… y después de pensárnoslo un poco, decidimos tirar la casa por la ventana y alquilarnos una furgoneta de 9 plazas con chófer para nosotros 4. Salía un poco caro pero repartido entre 4 y con la comodidad de ir nosotros solos, la verdad es que mereció la pena poder ir un poco más descansados y así mantener algo las fuerzas para los otros 3 largos días que aún nos quedaban por delante.
Ya de camino a Siem Reap, decidimos pasarnos por uno de los campos de exterminio que quedaba cerca de Phnom Penh, que salvo por que tienen un osario con las calaveras de los asesinados que se encontraron en las fosas comunes, bajo mi punto de vista no es algo muy interesante de ver.
Y terminada la visita, reemprendimos la marcha por Camboya adelante por esas maravillosas autovías...
Nos fuimos a la recepción del hotel y mientras nos tomábamos un desayuno a base de zumos naturales, piña, coco, etc... negociamos el alquiler de unas motos para pasar el día a nuestro aire.
Hoy tuvimos más suerte que la noche anterior y las tiendas que estaban abiertas ya habían recibido algunas motos, por lo no tuvimos mayores problemas. El dueño de la tienda vino a recogernos con 2 motillos de 125cc y nos fuimos con él a recoger nuestras motos al estilo camboyanos... Es decir, por lo menos 3 personas en cada moto.
A pesar de ser un país casi sin ley, y que nadie usa casco cuando va en moto, en la tienda nos recomendaron, que para mantener la salud de nuestro bolsillo, lleváramos el casco puesto y que usásemos los intermitentes en los cruces, para no dar excusas a la policía para que nos multasen.
Precio final 5 USD por cabeza por alquilarlas durante todo el día. Si no hubiese sido el año nuevo chino, seguramente las podríamos haber conseguido por 3 o 4 USD, pero al estar casi todas las tiendas cerradas, al final tuvimos que aceptar ir a la tienda de alquiler que “conocían” los del hotel.
A pesar de las pocas horas de sueño y la resaca que evidentemente nos acompañaba, después de la juerga del día anterior, nos fuimos directos a visitar el mercado central de Phnom Penh,
Donde te puedes encontrar todo tipo de delicatessen, empezando por unos saltamontes en hielo
Unos cuantos gusanos al peso
O unas siempre deliciosas cabezas de pescado recién cortadas
Pero bueno... No todo iban a ser estas maravillas tropicales, que nuestra vista, olfato y estómago estaban degustando. También había cosas mas mundanas, como frutas, embutidos, pescadito fresco en palanganas, legumbres y hasta unas langostas y cangrejos de río que no tenían mala pinta.
Aunque el plato fuerte nos esperaba justo cuando ya estábamos saliendo del mercado para volver a respirar un poco de aire fresco... Nada más y nada menos que todo un cochinillo!
No solo en el mercado puedes encontrar sitios donde comprar. Alrededor de la plaza se encuentran cientos de puestecillos callejeros en los que puedes encontrar prácticamente de todo. Desde uno cocos,
Hasta una tienda de zapatos fashion. Y atención no perdáis el detalle de las zapatillas de león peludo que lleva una de las clientas!!! Espero que por lo menos sean cómodas, porque con el calor que hacía no me puedo imaginar como se le ocurre llevar semejante cosa en los pies... A mi se me quedarían abrasados, por no hablar de los sudores y olores entre los dedos
Una vez recuperado el color de la cara y con el estómago más asentado tras 15 minutos fuera del mercado, decidimos volver a por las motos y sumergirnos entre el tráfico para pasar una par de horas al estilo camboyano, mientras visitábamos los mejores sitios de la ciudad...
Si algo bueno tiene Phnom Penh es que no hay mucho tráfico de coches, aunque hay que tener cuidado con las miles de motos que circulan a tu alrededor y por supuesto con los elefantes.
A lo tonto fue pasando la mañana y el hambre empezaba a apretar, así que nos volvimos a la zona del río, donde casi todos los restaurantes a tomarnos unos buenos platos de pasta que nos diesen energía para el resto del día. Fuimos a dar con un restaurante en el que además de comida y las típicas copas, tenías la opción de tomar intoxicantes directamente.
Por lo menos aquí son legales y ya sabes que te van a poner garrafón... Esta vez declinamos la oferta y después la comida y los correspondientes cafeses... De vuelta a la carretera... Aunque esta vez nos alejamos de los típicos sitios y decidimos meternos por los arrabales a descubrir lo que no sale en las guías de viaje.
Y aquí es donde realmente te puedes empezar a dar cuenta de lo pobre que es este país. Las casa son prácticamente chabolas y el asfalto realmente llega a brillar por su ausencia, al igual que la limpieza. Todo son fuertes olores y suciedad.
Después de recorrer unas cuantos caminos, empezaron a saltar las luces de la reserva de gasolina, por lo que nos acercamos a una pequeña gasolinera, en la que los surtidores eran unos bidones con unas bombas de extracción manual.
Es cierto que no todas las gasolineras son así, pero no nos olvidemos que estamos hablando de la capital del país.
Después de llenar los depósitos con 2 $, y que el buen hombre de la gasolinera nos presentase a su hija y se empeñase en decirnos que era muy buen partido, que era muy mona y que hablaba muy buen inglés… seguimos nuestra visita turística, pero esta vez con destino definido. Nos fuimos a la antigua prisión 21-S, en donde el ejército de los Khemeres Rojos cometieron cientos de miles de atrocidades durante los 4 años que estuvieron en el gobierno de Camboya.
Aquí podemos ver el patio principal con los barracones A (al fondo) y B (a la derecha), en donde todos los opositores al régimen eran encarcelados y torturados hasta la muerte o mientras esperaban a ser traslados a los campos de exterminio.
Aquí tenéis otra de las vistas del patio principal
Las cajas blancas que veis a la derecha son las tumbas de las últimas 14 personas que se asesinaron en la cárcel antes de que los Khemeres Rojos abandonases la ciudad y que encontraron muertas cuando las tropas vietnamitas entraron en 1979 la capital, derrocando así al Partido Comunista liderado por Pol Pot y fundando la República Popular de Kampuchea.
Estar en este centro de tortura-prisión sinceramente te deja helado. Cuando ves las habitaciones en las que se cometían las torturas, las fotografías de mucha de la gente asesinada, las listas en las paredes, imágenes de las fosas comunes…
Solo como reseña histórica, comentar que prácticamente un 25% de la población de Camboya fue asesinada durante los 4 años que duró el experimento social ultra-izquierdista de Pol Pot, en donde toda la población fue llevada al campo para obligarla a cultivar, donde cualquier persona que hablase otra lengua que no fuese la oficial (como el francés, por ejemplo) o utilizase gafas, se consideraba que estaba en contra del gobierno, por ser gente instruida y con cultura, donde los oficios como médicos o enfermeros eran repartidos casi por sorteo, donde se separaba a hombres y mujeres y se les “casaba” casi por sorteo con el único fin de procrear entre otras muchas atrocidades…
Y dicho esto, después del bajón moral que nos supuso pasar casi dos horas y media en la cárcel-museo reemprendimos nuestro viaje en moto hacia el hotel, ya que se nos hacía tarde porque teníamos planeado llegar a Siem Riep esa misma noche y nos quedaban 315 Km de carretera nacional Camboyana.
En el hotel empezamos a ver los precios de los coches y los buses hasta Siem Reap… y después de pensárnoslo un poco, decidimos tirar la casa por la ventana y alquilarnos una furgoneta de 9 plazas con chófer para nosotros 4. Salía un poco caro pero repartido entre 4 y con la comodidad de ir nosotros solos, la verdad es que mereció la pena poder ir un poco más descansados y así mantener algo las fuerzas para los otros 3 largos días que aún nos quedaban por delante.
Ya de camino a Siem Reap, decidimos pasarnos por uno de los campos de exterminio que quedaba cerca de Phnom Penh, que salvo por que tienen un osario con las calaveras de los asesinados que se encontraron en las fosas comunes, bajo mi punto de vista no es algo muy interesante de ver.
Y terminada la visita, reemprendimos la marcha por Camboya adelante por esas maravillosas autovías...